Esta planta es conocida desde la antigüedad por sus propiedades medicinales. En las antiguas épocas romana y griega se elaboraron numerosas recetas basadas en ella. Incluso hoy en día no ha perdido su popularidad y se utiliza en la medicina popular y tradicional para tratar muchas enfermedades.
En farmacia, se prescribe una infusión de hojas de uña de caballo para diversas enfermedades del aparato respiratorio: bronquitis, bronconeumonía, asma bronquial, bronquiectasias y dolor de garganta. La planta es un desinfectante eficaz contra los abscesos pulmonares y la gangrena.
El gran número de glucósidos amargos o cardíacos que contiene la uña de caballo hace de esta planta un valioso remedio en cardiología y reumatología. La uña de caballo puede influir en el ritmo y la frecuencia cardíacos, así como reducir la tensión arterial. Además de los efectos directos, regula el equilibrio de sodio y potasio, que desempeñan un papel importante en el funcionamiento del músculo cardiaco.
Las hojas y las flores pueden utilizarse como antiespasmódico en enfermedades del hígado y los riñones, biliares, catarros de estómago, intestinos y vejiga. Exteriormente, la hierba se utiliza para tratar la furunculosis, la mastitis, la dermatitis, para fortalecer el cabello y deshacerse de la caspa.