El anís común florece de junio a julio, y sus frutos empiezan a formarse en agosto. Los frutos del anís tienen la capacidad de inhibir el desarrollo de microbios, aliviar la inflamación y favorecer la expectoración. Es esta parte de la planta la que se utiliza con fines medicinales.
El atenol, contenido en el aceite esencial de anís, irrita la mucosa bronquial, provocando la activación refleja de la respiración y aumentando la actividad del epitelio ciliar. Esto contribuye a aumentar el tono bronquial y la secreción de moco. Como resultado, el esputo es más fácil de expectorar y, junto con él, se eliminan los productos inflamatorios del sistema respiratorio.
Debido a su efecto de limpieza pulmonar y bronquial, los productos que contienen semillas de anís se recomiendan a los consumidores de tabaco.
Para crear productos expectorantes, los frutos del anís se utilizan tanto en su forma pura como en combinación con otras materias primas medicinales, como la raíz de regaliz o las semillas de lino. Esta infusión de frutos de anís también puede utilizarse para hacer gárgaras en caso de enfermedades de garganta como laringitis, faringitis y dolor de garganta. Ayuda a desinflamar, calmar, desinfectar, limpiar y anestesiar la garganta.
El fruto del anís se prescribe para el tratamiento de diversas enfermedades del tracto gastrointestinal.
En casos de enfermedades renales y del sistema urinario, los frutos del anís tienen la propiedad de destruir la infección bacteriana.
