Los brotes de pino tienen un color marrón rosado, un aroma brillante y un sabor amargo-resinoso. Los brotes de coníferas muy jóvenes y sin abrir se recolectan con fines medicinales. Se recolectan a principios de primavera, antes de que empiece a fluir la savia.
Los brotes de pino contienen flavonoides, sustancias resinosas que inhiben las bacterias patógenas y favorecen la rápida curación de las lesiones de la piel y las mucosas. El alto contenido de taninos en su composición contribuye al espesamiento de la sangre y a la formación de coágulos. Ayudan a combatir el estrés excesivo y refuerzan el sistema inmunitario.
Durante mucho tiempo se ha tratado a la gente con yemas de pino para la tos, porque tienen propiedades expectorantes, antisépticas y calmantes. Diluyen y eliminan la mucosidad del cuerpo, facilitan la respiración y bajan la temperatura.
Diversas lesiones del sistema óseo y articular se tratan con yemas de pino. Gracias a sus propiedades remineralizantes, previenen el desgaste del cartílago y estimulan la regeneración de los tejidos dañados. También contribuyen a la consolidación y regeneración de los huesos tras lesiones y fracturas.
Los preparados a base de yemas de pino se utilizan externamente en forma de fricciones para el dolor articular y muscular, para aliviar la inflamación de las articulaciones, y se emplean para facilitar la rehabilitación tras lesiones u operaciones en las articulaciones y la espalda.
Se utiliza en el tratamiento de la cistitis y otras infecciones del tracto urinario. Las yemas de pino tienen un buen efecto colerético y diurético, eliminan el exceso de líquido del organismo.
La infusión de las yemas se utiliza para enjuagar el cabello a fin de evitar su caída severa. Los baños de yemas de pino se utilizan para limpiar la piel del cuerpo. Ayudan con viejas erupciones, irritaciones y a curar heridas.
